miércoles, 17 de septiembre de 2014

El Maíz, un gran legado



Génesis 2:4-7
Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos, y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra, sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra. Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.

Los seres humanos estamos ligados a la naturaleza, la tierra, la realidad de la vida y el texto del génesis lo expresa de forma explícita, invocando la palabra tierra; por lo tanto la tierra debe ser importante para la humanidad.

Cuando los españoles vinieron a estas tierras, se encontraron con una sociedad muy organizada. Y un elemento que está presente en nuestras mesas en el presente, tiene que ver con el descubrimiento ese gran fruto de la tierra. Según, el doctor Manuel Luis Escamilla: el maíz tuvo que ser la base de su vida”[1], “el maíz es parte central de la dieta de los pueblos precolombinos”[2], pues eran agricultores.





Lucy Ortiz agrega: “el maíz a diferencia de otros cereales, se puede cultivar casi en todos los climas, casi todas las altitudes, casi todos los suelos. Se cultiva pronto, se almacena con facilidad y se conserva por largo tiempo; se prepara con sencillez y no requiere de equipos complejos para consumirse. Todo puede hacerlo la familia  de bajo recursos en casa… esta prodigiosa herencia vegetal, actualmente adaptada a casi todas las regiones del mundo constituye un tesoro genético para el desarrollo de nuevas y mejores variedades del maíz. Por el lugar que ocupa en la alimentación de la población mundial, por su incomparables cualidades nutritivas, por las ventajas que ofrece para su cultivo y la diversidad de productos derivados que se obtiene de este prodigiosos grano… el maíz es un milenario legado genético colectivo nuestro al que hoy rendimos homenaje, y debemos hacer más que un homenaje un muro defensor de este legado nuestro ante los abusos al que es expuesto, que arremete en contra de la vida hasta la extinción, sometido al sacrilegio, por el irrespeto desmedido de unos cuantos que pretenden cambiar el pan por bacterias, plásticos y demás hechizos químicos, a nuestro grano básico ancestral…”[3]
Pero también es importante señalar que el maíz depende de la tierra y “la Biblia presenta la hombre como cuidador de la naturaleza (Gen.1.26-28)… excluyendo su destrucción”[4]. “ni la tierra, ni los animales pueden reivindicar el respeto de sus derechos. “Son los seres humanos los responsables de la destrucción de los ecosistemas”[5]. El legado de nuestros ancestros, es un elemento que se consume en el mundo entero, hasta nuestros tiempos, ¿eran esas culturas inferiores?...

Hoy día debemos defender la vida de la tierra, cuidarla, protegerla, porque ella nos da el sustento de cada día, los frijoles, el arroz y el maíz. Como hijos obedientes de la Palabra de Dios, debemos de cuidar su creación. Sin la naturaleza el hombre está condenado a la muerte, pero la contradicción  es que la naturaleza puede vivir sin el hombre.



La violencia no es solamente sobre los hombres sino también sobre la naturaleza y son pocos los que alzamos la voz en su defensa, porque la naturaleza no se comunica como los seres humanos, es otra su forma de comunicarse, pero que no la entendemos, por vivir tan separado de ella, pero debemos identificar a la naturaleza arraigada al ser humano, a nuestra vida, que si la naturaleza sufre, sufre el hombre; pero si la naturaleza es protegida, el hombre está protegido.



[1]              Escamilla, Manuel Luis. Hispanoamérica en la ruta de su identidad, encuentro de dos mundos. San Salvador: Dirección General de Publicaciones e impresos CONCULTURA, 1994. p.74

[2]              Ibíd., p.78

[3]              Ortiz, Lucy. «Estimados hermanos todos hijos del maiz.» Diario Co Latino, 11 de Septiembre de 2014: p.11.

[4]              Houtart, Francois. «Un paradigma postcapitalista: El bien común de la humanidad.» Nuestro Tiempo, 2012: p.9-19.

[5]              Ibíd.,  p.11

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