La
humanidad se ha distinguido históricamente por ser religiosa, entendiendo
religión del latín religare como “unirse a Dios”, o “unido a”. En el tiempo
hemos tenido la intervención de la religión en todo lo que relaciona a la vida
social, la misma religión era parte de la cultura y no existe cultura sin
religión.
El
cristianismo en sus inicios no era considerado como algo independiente del judaísmo
sino una secta de este, tomando en cuenta que el término secta no tenía en
aquel momento una connotación negativa, significaba “los que eran de una misma
opinión”[1]
el texto Bíblico expresa:
“Porque hemos hallado que este hombre es una
plaga, y promotor de sediciones entre todos los judíos por todo el mundo, y
cabecilla de la secta de los nazarenos”. (Hechos 24:5)[2]
Como podemos observar los cristianos eran
considerados como parte del judaísmo, con sus características que les
distinguían del grupo[3].
Las escuelas del pensamiento religioso judío velaban
por sus intereses personales, e interpretaban las escrituras de acuerdo a esos haberes:
“Porque
los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los
fariseos afirman estas cosas”. (Hechos 23:8) [4]
La centralidad de la religión no era el bien común,
sino el establecer una diferencia con las demás, justificándola por medio del
escrito o dogma.
Saulo era un judío que tuvo una conversión a las
enseñanzas de Jesús, fue éste quien elevó la compresión del mensaje del reino
de Dios al mundo conocido.
En el camino de Jesús había encontrado “libertad en Cristo”, pero si Saulo vivía
en una religión exclusiva e importante ¿por que cambió su forma de pensar? ¿Qué
le motivó a dejar los rituales, y vivir una vida diferente a sus
contemporáneos? ¿Por qué decidió cambiar de camino si sabía que corría peligro a
un de muerte? Estas preguntas merecen una respuesta para la reflexión de cara a
buscar la verdad de Dios en la vida de los hombres.
Lo relevante del apóstol de los gentiles nos
interesa en este punto, ya que la Biblia registra un profundo cambio de
pensamiento, por lo tanto tocaremos uno de los tres textos que nos hablan de su
conversión en el escrito de los Hechos de los apóstoles:
“Entretanto Saulo, respirando todavía amenazas y muertes contra los
discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote, y le pidió cartas para las
sinagogas de Damasco, para que si encontraba algunos seguidores del Camino,
hombres o mujeres, los pudiera llevar atados a Jerusalén. Sucedió que, yendo de
camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del
cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: «Saúl, Saúl, ¿por qué me
persigues?» El respondió: «¿Quién eres, Señor?» Y él: «Yo soy Jesús, a quien tú
persigues. Pero levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer.»” (Hechos 9:1-6) [5]
La
religión que seguía Saulo era una de las ramas del judaísmo fariseo, aunque el
origen del nombre no se establece; pero hay
sospechas que se formaron en la revuelta de Judas Macabeo y que lucharon
juntamente contra los Seleúcidas cerca del 135 a.C. posteriormente ante las
pretensiones de mando de los Asmoneos se separaron formando su propio partido
que buscaba agradar a Dios por medio del cumplimiento de la ley[6].
El cumplimiento de esa ley al pasar el tiempo se impuso sobre el bien hacer de
los practicantes, Jesús criticó el día de reposo:
“El
sábado se hizo para el bien de los seres humanos, y no los seres humanos para
el bien del sábado”. (Marcos 2.27) [7]
Saulo tenía impregnada esa visión deshumanizada
sobre el hombre, era la interpretación sobre palabra de Dios que se imponía
sobre el hombre, era la religión que seguía este hombre, y estaba más que
seguro que hacía la voluntad del todo poderoso, y que sus acciones irracionales
eran agradables a Dios.
Su corazón estaba ensombrecido, como lo revela en
la carta a los romanos:
“Pues
habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias,
sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue
entenebrecido”. (Romanos 1.21)[8]
¿Quién podría expresarse de esa manera sino aquel
que había experimentado tal vida sin Dios?
Saulo había sido parte de la ejecución del mártir
Esteban (Hechos 7.1-60), sus persecuciones en contra de los seguidores del
Camino de Jesús, hacia que fuera temido aun después de su conversión.
La élite religiosa y política estaban de acuerdo
con el exterminio de hombres y mujeres, que desde Jerusalén (Sumo sacerdote), daban
las ordenes, aparte de eso se dice: que la
comisión que acompañaba a Saulo para arrestar a los cristianos eran soldados
romanos, (el templo tenía soldados pero
creo que no se distanciaban tanto de su lugar), el comentario que hace el
Código Real destaca que la voz que escuchó Saúl era en hebreo, por eso los
soldados no la entendieron porque eran romanos[9],
podemos notar que Saúl pertenecía a una religión que operaba en contra de los
fieles a Dios, que creían a ciegas que obedecer a los líderes era obedecer a
Dios.
La religión de Saúl era una religión: de miedo, de
tortura, persecución y de muerte.
Posiblemente esa contradicción confrontó la vida de
Saulo, quien se volvió de perseguidor a perseguido; por cuanto concluyó que los
cristianos eran verdaderos hombres y mujeres de Dios.
Parece que los intereses de hoy, no caminan muy
lejos del tipo de religión que practicaba Saulo, una religión que ve al ser
humano como un utensilio, un esclavo, un robot, sin sentimientos, sin
necesidades. No existen proyectos de rehabilitación para los necesitados, al
contrario se construyen proyecto de infraestructuras millonarias, a costa de
todos los hermanos, el sacrificio que hacen no se les devuelve en la
restauración de sus vidas, sino que encuentra una satisfacción en lo bonito que
estuvo el culto, en lo decorativo, o en la experiencia emocional de “adoración”
litúrgica.
Saulo magulló a los seguidores del Camino de Jesús,
pero algo diferenciaba a aquella religión de muerte, esta contaba con algo que
nunca se imaginó encontrar, aquel hombre fiero, duro de corazón, y la verdad
que lo más importante de aquella secta, era lo que debe distinguir al cristiano
de hoy “el amor”.
Saulo golpeo con odio, el cristianismo golpeo con
amor, esa fue la escena que presenció en la muerte de Esteban cuando dijo “Señor no les tomes en cuenta este pecado”,
el amor era la gracia de Dios que
gobernaba los corazones de los primeros cristianos, era la aceptación del
prójimo a la comunidad, era el rechazo de la ideología esclavista,
deshumanizante que negaba la restauración de la imagen y semejanza de Dios.
Es de mencionar, que Dios siempre estará con los
sufrientes, se encarna en ellos, por eso dice al perseguidor “por qué me persigues”, la Iglesia tiene
la tarea de estar al lado de los que sufren, como Jesús lo muestra con su
acción en los más débiles.
Esa religión que incomodó el corazón de Saulo, debe
ser la religión que incomode a este mundo perverso, alejado de la justicia de
Dios, que pisotea el rostro de los más desvalidos, de los que no pueden ver la
luz sino obscuridad.
El caso de Saulo fue importante para los cristianos
del pasado como también para nosotros hoy, podemos hacernos la misma pregunta
¿Qué clase de religión seguimos? ¿Estaremos en la religión equivocada? Saulo
cría que estaba obedeciendo a Dios pero sus acciones daban a entender que
estaba en una religión de muerte.
Saulo fue liberado por Jesús, “la verdad lo hiso libre”, no le importo las consecuencias, estaba
dispuesto a seguir el Camino a toda costa y difundirlo a toda la humanidad, los
escritos de Saulo y los tratados de su escuela, nos reflejan la importancia de
volver a mirar, a releer las escrituras para encontrarnos al Dios de amor, al Dios
de Jesús, al Dios de Pablo, considerando nuestra relación con Dios y el
prójimo.
“No todo religioso, entrará en el reino de los
cielos, sino todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo”
[1] D.A. Hayyim, “El Código Real”. pag.405
[2] Biblia Reina
Valera 1960
[3] Los fariseos,
los saduceos, los esenios, eran sectas del judaísmo y se distinguían por su
interpretación de las escrituras.
[4]
Biblia Reina Valera 1960
[5] Biblia Jerusalén
[6] L. Coenen, E.
Beyreuther, H. Bietenhard, “Diccionario
Teológico del Nuevo Testamento” pag.167
[8] Reina Valera
1960
[9] D.A. Hayyim
pag.405
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