viernes, 31 de agosto de 2012

OYE EL SALVADOR


OYE EL SALVADOR
Oír con el entendimiento

Nuestro país el Salvador vive una problemática social donde factores como el desprecio, el odio y el deseo de venganza gobierna la mente y el corazón de cada ciudadano.
La delincuencia pareciera ser un problema reciente, con la expresión de un grupo llamado “pandillas juveniles” o “maras”, pero la visión queda corta al reducir nuestra problemática en un grupo que funda su expresión en una violencia que daña hasta la persona más humilde.
¿De dónde surgen estas expresiones malvadas?
Podríamos incluir la falta de elementos que le dan valor al ser humano como lo expresó el pensador Alberto Masferrer en su ensayo Leer y escribir y el Mínimum Vital; cuestiones como el alimento balanceado, agua abundante, techo (casa amplia bien ventilada), trabajo bien remunerado (de acuerdo a la canasta básica), educación gratuita y de calidad, salud pública al alcance de todos con tratamientos especializados entre otros.
Cuando al hombre le hacen falta estos elementos buscará como obtenerlos, así nacen organizaciones, que, al margen de la ley, quieren “hacerse de sus cosas”, como los narcotraficantes, que con la venta de drogas, logran enriquecerse, encuentran en estas formas de vida más del mínimum para vivir, es ahí donde ingresan los peones, los sin sueños, los faltos de cordura, los que no pueden obtener el mínimum para vivir, caen como moscas en la telaraña de la muerte. Su deseo de tener más le hace dañar a su familia, a su pueblo. No mide las consecuencias funestas que se manifiestan al pasar el tiempo, y como todo camino de maldad, al inicio todo parece un cuento de hadas, el proverbista manifiesta esta gran verdad: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”. (Prov.14:12)
El salvadoreño debe ver otros horizontes, y entender que existe un camino diferente al que el mundo está acostumbrado, especialmente en la religión, aunque ha dejado de hacer su parte reformadora en el corazón del hombre, existe un intento por parte de personas llenas del Espíritu Santo y se interesan por el bien común, no reduciendo la gracia de Dios sobre unos cuantos, sino ver a todos los seres humanos como creación de Dios, quitando del camino la intolerancia religiosa que nos ha dividido y ha creado más desprecio, odio y venganza, viendo al hermano como el enemigo, no como su hermano de sangre (porque todos tenemos sangre del mismo color, vida que proviene de Dios, por lo tanto sagrada).


Pero es de aclarar que esta forma de vivir la vida de nuestro presente tiene sus raíces en el pasado, y de hecho somos un pueblo que siempre ha estado a la merced de otros, los más poderosos destrozaron nuestra cultura, nuestros antepasados sufrieron, en el famoso “encuentro de dos mundos” entre el imperio español y nuestros ancestros. Con mucho honor, los pipiles descendientes de la civilización maya diestros en la agricultura, en ciencia numérica entre otros, estuvieron poblando nuestras tierras; pero junto con el “descubrimiento de América” siguió la conquista y finalizó con la colonización. La humillación, el desprecio, la explotación de los colonizadores, formaron una nueva forma de concebir la vida, casi erradicando todo indicio cultural. Pero las cosas no se quedaron así nada más, existía un malestar en el corazón del nativo que como en la mayoría de nuestro pueblo, guarda silencio, y espera una oportunidad para organizarse, tener valor y vengarse de tanta atrocidad.
El tiempo pasó, pero la explotación no se detuvo, se abrieron fábricas de añil y posteriormente café, este último era desconocido para los nativos que se negaban a trabajar en las fincas que cada vez adquirían más tierras, una fecha que debe ser memoria de todos los salvadoreños es el año 1932, donde una buena parte de hombres, armados con palos, corbos y piedras, quisieron cambiar las formas impuestas de gobernar la vida, pero el general Maximiliano Martínez quebrantó literalmente este intento, quitándole la vida a 10.000 a 30.000 hombres indígenas aproximadamente, en la parte occidental de nuestro país, esto por el levantamiento campesino, los soldados creyendo que luchaban contra el enemigo exterminaron la cultura de nuestro pueblo, por esa razón no tenemos identidad, la cual configura la forma de vivir de cualquier nación.
El no contar con lo básico para la vida o el mínimum vital y los hechos de la historia, nos abre el camino para comprender de dónde procede el desprecio, el odio y el deseo de venganza.
Pero ¿no podemos aspirar a un mundo mejor? Claro que sí.
Como lo expresó el profeta Malaquías 4:2 “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada”.
La esperanza de un mundo mejor subyace en cada ser humano que mira según su realidad la posibilidad de que “cambien las cosas”, pero es necesario que como en tiempos anteriores surjan hombres valientes que venzan el miedo, como el movimiento de Jesús, que concebían que la vida le pertenece a Dios y no al hombre, renunciando a todo radicalmente, para no estar atado al materialismo, que es lo que detiene a la mayoría de las personas buenas, que desean hacer algo para evitar tanta maldad.


Un elemento más hace estragos a nuestra nación:
Dinero maldito” escribió nuestro pensador Alberto Masferrer en uno de sus ensayos, y el libro de los libros, la Biblia, muchos años atrás expresó: “porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”. (1Ti.6:10)
Por el amor al maldito dinero se abandonan las tierras, de dónde surge el alimento para la familia, se desprecia el fruto de la tierra, y se abandonan sistemáticamente sin producirlas.
Por el dinero maldito el hombre deja a su familia y busca el famoso “sueño americano”, donde miles de nuestros hermanos han perdido la vida en su viaje, todo por llegar a tener un poquito más.
Por el dinero maldito jóvenes se ven atraídos por el modelo de vida loca que ven en sus líderes y aspiran tener “sus cosas”, buenos zapatos, ropa, armas, mujeres… Por amor al dinero se vuelve ciega la persona y no reconoce el valor que tiene la vida de su prójimo.
El desprecio, el odio y el deseo de venganza se repite, ilusionados creemos que ganamos, pero la realidad, perdemos, el que cree que gana, no vive en nuestro país, es una mente pensante fuera de nuestras fronteras, es la mafia. Mafia que en parte, se oculta en el disfraz de la política, son ellos los que se dan la gran vida, mientras los peones se matan entre sus hermanos, como el juego del ajedrez, o como la marioneta que es manipulada por donde quiere el que ejerce el poder.
Por el dinero maldito hombres y mujeres dentro de la política se vuelven corruptos, venden, traicionan a sus hermanos por un par de monedas. Los políticos tienen que dejar una marca en la historia como los grandes personajes históricos: Mahatma Gandhi o Martín Luther King…que se esforzaron por ver a sus hermanos en otras condiciones, siempre pensando en el bien común, no buscaban ser populares por medio de ideologías que ya tienen cansadas a las masas; sino por un proyecto de vida, y vida para el que no la tiene; pero lo lamentable en nuestro contexto es que la huella que han dejado nuestros líderes son huellas de sangre derramada en las calles de nuestra tierra, todo por amor al dinero maldito.


Qué triste es la vida de mi pueblo que no despierta de su pesadilla, ¿hasta cuándo abrirás tus ojos y tus oídos del entendimiento?





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